lunes, 25 de agosto de 2008

Ya sin mil palabras se detuvo a mirar el cielo en la reiterada esquina de Mario bravo y Díaz Velez. Allí pareciera que entre guiños algunos edificios se hicieran a un lado aprovechando la soledad de las vías del tren para así dar paso a un cielo ya anochecido, el que tanto le atrae ver, con una nubes plateadas y un fresco que reaviva la sensación de estar en este planeta. En esos metros de senda peatonal se preguntó por la arena, arrastrado por unas grandes manos, como en un sueño de esos en los cuales se te replantea la relación sueño-realidad, se inundó en el "poner los pies en la arena calentita". Finalmente su planta derecha se apropió del cordón de la vereda.

lunes, 18 de agosto de 2008

jueves, 7 de agosto de 2008

sin repetir y sin soplar

acaricié esa imagen y la quise traducir en palabras, la retrate en un sonido o un acorde, no recuerdo bien. pero era como una caricia, como si un pincel me lavara nuevamente el rostro y lo llene de pintura, me manche los ojos y vea todo de colores de purpurina de sueños, imágenes más imágenes y sonidos y las palabras la siesta la sed abrazo, un pegote una mancha un enchastre un estornudo una masa todo eso imaginado pasado y pisado, retratado, sigo jugando a escribir lo que pienso sin parar uno dos pienso luego escribo, pienso luego te lo dicto al oído y me susurrás "era verdad lo del polvito de la yerba", y las cuerdas las cuerdas usadas, otra vez ahí viene el pincel me corre me llena de plasticola me da cosquillas y caigo ruedo ruedo vuelvo me levanto de cabeza lo veo de colores muchos muchos como sonidos acordes nuevos vientos susurros, me cansé beso chau.

martes, 5 de agosto de 2008

Miró a los costados una y otra vez, cuando estuvo seguro de haberlo hecho las veces necesarias, ya en cucliyas se decidió a emprender el desafío. Con la manos húmedas y tímidas aferradas a la piedrita gris se concentró en la baldoza correspondiente, ahuyentó los miedos, cerró los ojos, trató de abstraerse de las miradas que lo condenaban. Y así, como si fuese una extensión de su cuerpo, lanzó la piedrita. Inmutada la audiencia lo contempló. Se preparó a saltar al verla caer, uno dostres cuatro cincoseis siete ocho cielo. Llegó.