viernes, 9 de mayo de 2008

Un respiro, chabuca, mate y una foto. Una mujer a quién no conozco, una foto que llegó mí por esas cosas que tienen los cuentos y que inmediatamente me cautivó. La escena es simple, una mujer sentada en el borde de la cama de espaldas a mi, mirándose en el espejo mientras se pinta los ojos. La posibilidad de espiarla un poquitito por el pequeño reflejo que se puede ver entre sus brazos, la invitación a un beso pasado, a una noche con desayuno, a un pasado reciente y despreocupado. Hoy otra vez volví a verla, hacía mucho que no me encontraba con ella, que no la imaginaba poniendo la pava sin apuro luego de terminar su conversación al espejo; no tarde en decir "buenas tardes" y ponerme a escribir alguna que otra cosita para no molestarla, mientras me acompaña paciente y ensimismada en mi pequeño recreo, para así cuando haya que cambiar la yerba decirle un lindo "hasta luego", entender ese guiño eterno que me esconde, volver al libro donde me refugio en estos días y seguir el camino de mi día, más tranquilo, más contento como cuando uno se reencuentra con un viejo amigo, o con una parte linda del pasado, todo esto sin perder el presente con la sonrisa del pasado.